Warhammer 40.000: el imperio de la humanidad, ¿régimen fascista?
Empezamos un ciclo donde analizamos el universo de Warhammer 40.000 desde una perspectiva marxista. El universo de Warhammer 40,000 es un escenario distópico en el que la humanidad, bajo el yugo de un régimen autoritario y teocrático, lucha por su supervivencia en un cosmos plagado de amenazas. El Imperio de la Humanidad, un vasto régimen galáctico liderado por el Dios Emperador, es el eje central de esta narrativa, y ofrece una interesante plataforma para el análisis. Si cogemos la definición de Fascismo, este es la dictadura terrorista del capital monopolista. Aunque tiene elemento que desde luego recuerdan al fascismo del siglo XX hacer ese análisis sería quedarnos en la superficie. El Imperio de la Humanidad es una forma distópica de totalitarismo teocrático, una sociedad donde la clase dominante ha logrado sofocar cualquier intento de organización revolucionaria.
1. Una sociedad de castas: El feudalismo imperial
El Imperio de la Humanidad es una estructura rígidamente jerárquica, basada en la explotación de vastas masas por una élite dominante. Esta organización se asemeja a una forma de feudalismo avanzado. El poder se concentra en manos de una clase gobernante, compuesta por el Adeptus Terra y las altas esferas militares y religiosas. Los gobernadores planetarios actúan como señores feudales, controlando inmensas poblaciones de trabajadores, mientras que el ciudadano común apenas tiene derechos.
Esta estructura reproduce la opresión de clase bajo una fachada religiosa y autoritaria. La inmensa mayoría de la población —la clase trabajadora, los «plebeyos» del Imperio— vive en condiciones de extrema explotación, sin capacidad de organización política ni poder real para cambiar su situación. El proletariado imperial está hiperexplotado.
2. La religión como herramienta de opresión
Una de las características más importantes del Imperio es su devoción al Dios Emperador, que actúa no solo como un líder político, sino como una deidad. Esta teocracia sirve para legitimar el dominio de la clase gobernante, justificando la explotación y el sufrimiento de las masas en nombre de un «bien mayor». La religión es un instrumento utilizado para distraer a las masas de su verdadera opresión de clase.
Esta estructura recuerda a las teocracias medievales, donde la iglesia y el Estado se fusionan para mantener el control social. En el Imperio de la Humanidad, el culto al Emperador no solo adoctrina a la población, sino que elimina cualquier posible desafío ideológico o político, sofocando cualquier germen de resistencia revolucionaria. En lugar de organizarse contra sus opresores, las masas son alentadas a ofrecer sacrificios, aceptando su destino como una «obligación sagrada».
3. El militarismo y la expansión imperial
El Imperio de la Humanidad está en guerra constante, tanto con enemigos externos (alienígenas y herejes) como internos (rebeldes y traidores). Esta perpetua militarización de la sociedad es una característica común de los regímenes fascistas. El Imperio no solo explota a su propia población, sino que busca constantemente expandir su dominio a nuevos planetas y sistemas estelares, en una especie de colonialismo espacial.
Este expansionismo puede interpretarse como una expresión del imperialismo en su forma más brutal. El Imperio, al igual que las grandes potencias imperialistas de la Tierra, necesita nuevas fuentes de mano de obra y recursos para sostener su estructura económica y militar. Las guerras en Warhammer 40,000 no son simplemente conflictos por la supervivencia; son una manifestación de la lógica imperialista que busca siempre nuevos mercados y territorios que explotar.
4. La deshumanización del proletariado
El trabajo es brutal, monótono y sin sentido, reduciendo al proletariado a una mera máquina de producción. Los planetas forja del Adeptus Mechanicus son el mejor ejemplo de esta hiperexplotados, donde los trabajadores humanos, cuando mueren, su consciencia es introducida en servocráneos y autómatas, o en el mejor de los casos, relegados a funciones repetitivas e inhumanas. Ni con la muerte acaba la explotación.
Esta explotación extrema es una forma intensificada de la deshumanización que el proletariado sufre bajo el capitalismo en la Tierra. El trabajador en el Imperio es un engranaje más en una máquina inmensa que ni siquiera comprende. El trabajo no tiene otro propósito que el mantenimiento del poder del Estado imperial y la continuación de su guerra sin fin.
5. El control totalitario
A diferencia de las sociedades capitalistas contemporáneas, en el Imperio de la Humanidad no hay posibilidad de organización de clase. El control del Estado es total, y cualquier forma de disidencia es rápidamente sofocada. No existe un movimiento obrero que pueda desafiar la dominación de la élite imperial; las masas están completamente subordinadas a la ideología oficial del Imperio.
La ausencia de conciencia de clase es uno de los mayores obstáculos para cualquier tipo de revolución. En el Imperio de Warhammer 40,000, la clase obrera ni siquiera tiene las herramientas ideológicas para comprender su situación de opresión. Atrapados en la lógica del servicio al Emperador, los trabajadores viven en una realidad que les niega toda posibilidad de emancipación.