¡Viva la comuna de París!
La comuna de París nos enseña que si se puede, de verdad, tomar el cielo por asalto. Durante 60 días el proletariado toma el poder y establece una serie de medidas antagónicas al anterior modelo burgués. Incluso sus errores nos han dejado valiosas enseñanzas que marcan el camino revolucionario hasta hoy.
La comuna de París, un claro ejemplo de que sí se puede tomar el poder. Un hecho que marca la historia de la humanidad hasta nuestros días y abre un nuevo destino para los explotados y oprimidos de todos los pueblos y países del mundo.
Del 18 marzo al 28 mayo de 1871 los revolucionarios franceses toman el poder de la ciudad de París durante sesenta días en plena guerra Franco-Prusiana. Un hecho, que a día de hoy nos pintan como una insurrección dirigida por anarquistas, pero la realidad es muy distinta. Fue un grupo de obreros el que dirigió al pueblo francés en la rebelión frente a los representantes del pensamiento burgués. Un conflicto producto de la naturaleza de clase antagónica en sus intereses.
La Comuna de París supone un punto de inflexión en la historia, por primera vez en la historia los explotados y oprimidos se unen y organizan para tomar el poder. Durante este periodo, se pusieron en práctica algunas medidas revolucionarias como el establecimiento, por primera vez, de la enseñanza universal gratuita, las fábricas como propiedad de los obreros, la más amplia democracia en la elección de los candidatos para la dirección de la comuna, siendo los salarios de estos miembros inferiores a los de los obreros.
Aunque como en todo proceso revolucionario, también hubo fallos. No haber tomado los bancos, permitiendo a la burguesía seguir gestionando el capital para sus intereses, ni haber formado un ejército propio. Como dice el refrán, de “los errores se aprende” y es el propio Marx quien establece después la necesidad en la toma del poder de destruir los aparatos de la burguesía y construir unos nuevos al servicio del proletariado.
Pero incluso los errores de este magnífico hecho histórico no aporta dos grandes enseñanzas fundamentales para los revolucionarios del mundo:
Primero y principal, la teoría de Marx se demuestra en los hechos. Es la primera vez que la clase proletaria se hace dueña y responsable de su propio destino frente a los intereses de la clase dominante.
Pero también se establece que la toma del poder es la dictadura del proletariado, la única forma de conseguir un estado socialista, y más tarde, comunista. Tomar los principales aparatos del estado burgués, construyendo unos nuevos desde la raíz, al servicio de la nueva clase en el poder: el proletariado, como garantía de que la burguesía no pueda recuperar su poder. Esta fue una de las principales razones de la corta duración de la Comuna de París.
Ambas enseñanzas se complementan y son inseparables. Permitiendo que Lenin las llevara consecuentemente a cabo cuarenta años después, cuando en 1917 se toma el palacio de invierno en Rusia. La revolución bolchevique abre una nueva época en la historia de la humanidad abriendo otro destino posible para los pueblos y países del mundo.