Una España en pie: La movilización frente a la injusticia

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Una España en pie La movilización frente a la injusticia. El relato oficial pretende que vivamos resignados.

El relato oficial pretende que vivamos resignados. Nos repiten que las cosas “son así” y que lo mejor es aceptar el sufrimiento sin resistir. Sin embargo, los datos desmienten esa narrativa: España está lejos de estar paralizada. La movilización social es un termómetro que muestra que, cuando el poder oprime, el pueblo responde.

Más de 1,5 millones de personas se han movilizado en el último año. Desde los trabajadores de la sanidad pública que luchan por salvar un sistema asfixiado por los recortes, hasta los jóvenes que claman por un futuro en medio de una crisis climática cada vez más desesperante. La resistencia se manifiesta en las huelgas, las protestas y los gritos colectivos que no se apagan.


¿Por qué no nos cuentan la verdad?

Parece que el sistema mediático tiene una misión: invisibilizar las luchas. A pesar de su magnitud, estas movilizaciones no tienen el foco que merecen. ¿Por qué? Porque reconocer la lucha del pueblo amenaza la narrativa de quienes desean que vivamos anestesiados.

No es casualidad. En un momento en el que se intenta justificar la precarización, hablar de la fuerza de las movilizaciones sería reconocer el poder de la unidad y de la organización popular.


El enemigo: el sistema que nos quiere esclavos

Hay que decirlo claro: quienes están al mando pretenden que el pueblo viva encadenado. Con salarios de miseria, sin derechos laborales, con una educación y sanidad pública cada vez más deterioradas. En su ideal, el español medio es una máquina que trabaja y calla, un individuo sin voz ni fuerza colectiva.

Pero no somos eso. La movilización demuestra que el pueblo no se queda quieto. Y cuando más intenten acallarnos, más fuerte será el eco de nuestras voces.


Un futuro que construimos luchando

España no está dormida. De las calles a los centros de trabajo, de las plataformas vecinales a los colectivos estudiantiles, hay una voluntad de cambio que no se apaga. Este es el momento de elegir: o nos resignamos al mundo que nos imponen, o luchamos por el mundo que queremos.

No estamos solos ni aislados. Las luchas se alimentan unas a otras, demostrando que la unidad y la organización son el camino hacia la victoria.

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