¡Siempre con los pueblos! La lucha internacionalista no se detiene
En un mundo que nos quiere divididos y enfrentados, hay quienes seguimos alzando la voz y tendiendo la mano a los pueblos oprimidos. No estamos solos. Nunca lo hemos estado. Hoy, más que nunca, es crucial recordar y reforzar nuestra solidaridad con las luchas de los pueblos alrededor del globo. ¡La revolución no tiene fronteras!
La historia de la humanidad está plagada de ejemplos de opresión y resistencia. Desde las luchas anticoloniales del siglo pasado hasta las manifestaciones actuales en América Latina, África y Asia, los pueblos han demostrado una y otra vez que la resistencia es el camino para conquistar la libertad y la justicia.
Los imperialistas quieren hacerte creer que nuestras luchas son aisladas, pero no te engañes: todas forman parte de la misma batalla. Los movimientos en Colombia, Palestina, Yemen, Haití, y tantos otros lugares son reflejo de la misma fuerza que nos impulsa a seguir adelante. El enemigo común es el capitalismo voraz y sus aliados: el imperialismo y el neocolonialismo.
¿Qué significa estar siempre con los pueblos? No es solo una consigna bonita para gritar en las manifestaciones. Es un compromiso diario, una forma de vida. Es estar informado, estar alerta y estar dispuesto a actuar. Entender que nuestra libertad está intrínsecamente ligada a la libertad de otros. No podemos ser libres mientras haya un solo pueblo oprimido en el mundo.
El internacionalismo es nuestra arma más poderosa. No se trata solo de apoyar las luchas externas, sino de entender que la victoria en cualquier rincón del mundo es una victoria para todos nosotros. Nuestra solidaridad es una red imparable que atraviesa continentes y desafía fronteras.
Hoy, los pueblos de Argentina luchan contra un gobierno represivo que silencia a sus jóvenes. En Palestina, resisten ante una ocupación brutal que busca aniquilar su identidad. Yemen, enfrentan una guerra devastadora patrocinada por potencias extranjeras. En Haití, el pueblo se levanta contra una clase dirigente corrupta y servil a los intereses imperialistas.
No basta con la empatía. Necesitamos acción. Desde nuestras trincheras, debemos amplificar las voces de los que luchan, presionar a nuestros gobiernos para que dejen de apoyar regímenes opresores y construir puentes de solidaridad efectiva.
En cada marcha, en cada protesta, en cada acción, recordemos que somos parte de algo mucho más grande. La lucha es una y es global. ¡Siempre con los pueblos! ¡Viva la solidaridad internacionalista!