Nepal le planta cara al imperialismo: ¡Viva la revolución himalaya!
Nepal, ese país encerrado entre los colosos de India y China, está dando una lección de cojones al imperialismo. ¿Cómo? Pues agarraos, que vienen curvas…
El pasado julio, la camarada Khadga Prasad Oli, líder del Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), se convirtió en el nuevo primer ministro. Y no, no estamos hablando de esos «comunistas» de pacotilla que veis por Europa. Este tío va en serio.
La movida viene de lejos. Nepal lleva años en una tira y afloja entre dos facciones comunistas: los antiguos guerrilleros maoístas de Pushpa Kamal Dahal (alias Prachanda) y los marxistas-leninistas de Oli. Han pasado de intentar unirse a darse cuenta de hostias, todo ello mientras intenta sacar adelante al país.
Pero ojo al dato: el verdadero enemigo no está en casa. Nepal se encuentra en una situación geopolítica de lo más chunga. Por un lado, tiene a la India intentando mangonear como si Nepal fuera de su patio trasero. Por otro, está China con su Iniciativa del Cinturón y la Ruta (esa movida de la Nueva Ruta de la Seda que tiene a los yankis echando bilis).
¿Y qué hace Nepal? Pues lo que tiene que hacer: buscar su propio camino. Como bien dijo el doctor Rajan Bhattarai, del partido de Oli: «Queremos desarrollar Nepal de acuerdo a nuestras decisiones, con nuestros propios recursos, nuestra propia industria, con nuestra propia independencia económica y política». Ole tus huevos, Rajan.
Pero no os penséis que la cosa es fácil. Nepal lleva décadas de lucha contra la monarquía, el imperialismo y la pobreza. Desde la guerrilla maoísta de los 90 hasta las protestas masivas de 2006, el pueblo nepalí se ha dejado la piel para construir su república. Y ahora, con los comunistas al mando, están dispuestos a plantar cara a quien haga falta.
El nuevo gobierno de Oli tiene claro que no va a ser el título de nadie. Quieren lo mejor de China y lo mejor de India, pero sin arrodillarse ante ninguno. Están diversificando su economía, buscando nuevos socios comerciales y, lo más importante, mandando un mensaje alto y claro: Nepal es soberano y punto pelota.
Así que ya sabéis, camaradas. La próxima vez que os hablen de Nepal, no penséis solo en el Everest o en hippies fumados. Pensad en un país que está dando una lección de dignidad y autodeterminación al mundo entero. ¡Larga vida a la revolución nepalí!