Los buitres yankis quieren zamparse Naturgy

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Los buitres yankis quieren zamparse Naturgy. ¿Pensabais que el imperialismo yanki solo quería nuestro aceite de oliva?

¿Pensabais que el imperialismo yanki solo quería nuestro aceite de oliva? Pues va a ser que no. Ahora van a por algo mucho más gordo: nuestra energía. Y el objetivo en la mira es Naturgy, una de las grandes del oligopolio eléctrico que nos está desplumando mes a mes.

Resulta que La Caixa, el histórico mandamás español de Naturgy, está rodeada por una manada de fondos buitre extranjeros, principalmente americanos, que ya controlan más de la mitad de las acciones. ¿Os imagináis? Una empresa clave que suministra un tercio del gas natural que consumimos en España, con el 49% del gasoducto que nos conecta con Argelia, ¡en manos de Wall Street!

Pero ojo, que la cosa viene de lejos. En 2016, el fondo CVC (léase «Chupasangre Voraz Capitalista») se coló en el consejo de administración de Naturgy. Dos años después, otro fondo yanki, GIP, se hizo con otro 20%. Y para rematar, en plena pandemia, cuando estábamos más jodidos, el fondo australiano IFM (con conexiones angloamericanas, por supuesto) se llevó otro 15%.

La Caixa está intentando blindarse, buscando aliados como Taqa (una empresa de Abu Dabi), pero los buitres no se rinden. BlackRock, el «brazo armado financiero» del imperio, acaba de comprar un 20,6% de acciones por la friolera de 11.300 millones. Sí, habéis leído bien: once mil trescientos millones. Con esa pasta podríamos haber construido hospitales, escuelas, o incluso haber nacionalizado la maldita empresa.

¿Y sabéis qué es lo peor? Que cuanto más control extranjero hay sobre nuestras eléctricas, más nos sangran con la factura de la luz. No es casualidad que Endesa esté 100% en manos extranjeras, o que Iberdrola esté controlada en más de un 60% por fondos yankis.

Así que ya sabéis, compañeros: cada vez que os llegue un recibo de la luz estratosférico, pensad en estos buitres que están haciendo su agosto a costa de nuestros recursos energéticos. Es hora de que nos plantemos y digamos: ¡La energía es nuestra, no su negocio!

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