La ultraderecha: El perro de presa del capitalismo

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La ultraderecha: El perro de presa del capitalismo. Es hora de hablar sobre ese tumor maligno que está creciendo en el cuerpo político.

Es hora de hablar sobre ese tumor maligno que está creciendo en el cuerpo político: la puta ultraderecha. Esos gilipollas reaccionarios están ganando terreno y es hora de que nos pongamos las pilas para frenarlos. Pero antes, vamos a diseccionar esta mierda con el bisturí del análisis marxista.

1. La amenaza es real

Que nadie se engañe: estos cabrones van en serio. En una década han pasado de ser cuatro gatos marginales a tocar poder real. Italia, Hungría, Polonia… la lista crece. Y en casa, tenemos a los fascistas de Vox metiendo las zarpas en gobiernos autonómicos.

Su discurso de odio ya no es un susurro, es un puto megáfono. Racismo, machismo, homofobia… toda la basura reaccionaria a todo volumen. Y lo peor es que están contagiondo a la derecha «tradicional».

2. Ojo: Fascismo no es la alternativa (todavía)

Calma, que no cunda el pánico. Sí, la ultraderecha da asco, pero no estamos (aún) ante un resurgir del fascismo clásico.

¿Por qué? Porque la burguesía no lo necesita… todavía. El fascismo es el arma nuclear del capitalismo: solo la usan cuando sienten que van a perder el control. ¿Veis alguna revolución a la vuelta de la esquina? Pues eso.

Fijaos en Italia: Meloni puede ser un ultra, pero le han puesto el bozal bien apretado. La oligarquía le ha dejado claro que puede ladrar, pero no morder demasiado fuerte.

3. El verdadero papel de la ultraderecha

Entonces, ¿para qué coño quiere el capital a estos energúmenos? Sencillo: son sus perros de caza.

La ultraderecha es el ariete perfecto para meter en el debate las ideas más impopulares y reaccionarias. Son los que pueden decir sin vergüenza que «la justicia social es una aberración» (¿te suena, Milei?).

Además, son geniales para dividir a la clase obrera. Nada como un poco de racismo para que los trabajadores se pelen entre ellos en lugar de contra el jefe.

Y por si fuera poco, cuando la gente salga a la calle a protestar contra los recortes y la miseria, ahí estarán los matones ultras para repartir hostias. Represión subcontratada.

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