Goma bajo asedio: El genocidio silenciado del Congo y las manos sucias del imperialismo
El grupo armado M23, una de las milicias más brutales y sanguinarias de África, ha llegado a las puertas de Goma, la capital de Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo (RDC). Con el respaldo descarado de Ruanda y el apoyo encubierto de potencias imperialistas como Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Israel, esta ofensiva no es más que otro capítulo en el genocidio más largo y silenciado de la historia moderna.
Un conflicto alimentado por la codicia
La RDC no es pobre. Es un país saqueado. Bajo su suelo yace el 80% de las reservas mundiales de coltán, un mineral esencial para la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores y tecnología aeroespacial. Además, el país es el cuarto productor de diamantes del mundo y cuenta con enormes reservas de cobre, oro, cobalto y manganeso. Pero estas riquezas, en lugar de ser una bendición, han convertido al Congo en un infierno.
Más de 130 milicias, muchas de ellas armadas y financiadas por potencias extranjeras, se disputan el control de estos recursos. Entre ellas, el M23 destaca por su brutalidad. Apoyado por Ruanda y con la complicidad de Occidente, este grupo ha masacrado a millones de personas, desplazado a cientos de miles y esclavizado a civiles, incluidos niños, en las minas de coltán. Los que se resisten son torturados, mutilados o asesinados. Las mujeres son violadas sistemáticamente. Este es el precio que el imperialismo está dispuesto a pagar por mantener su dominio sobre los recursos estratégicos del planeta.
El papel de Ruanda y las potencias occidentales
El presidente ruandés, Paul Kagame, actúa como el principal sicario de los intereses imperialistas en la región. Con unos 5.000 soldados apoyando al M23, Ruanda no solo ha intensificado la violencia, sino que ha regionalizado el conflicto. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha advertido del riesgo de una guerra más amplia, pero sus palabras suenan huecas en un sistema internacional que mira para otro lado mientras el Congo arde.
Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Israel, por su parte, no solo han callado ante estas atrocidades, sino que han facilitado el flujo de armas y recursos a los grupos armados. Su objetivo es claro: mantener el control sobre los minerales estratégicos del Congo, aunque eso signifique condenar a millones de personas a una vida de miseria, violencia y muerte.
Un genocidio ignorado
Desde la caída del dictador Mobutu Sese Seko en 1997, más de diez millones de personas han sido asesinadas en la RDC. Seis millones y medio han sido desplazadas, y cientos de miles viven en condiciones de esclavitud en las minas controladas por las milicias. Sin embargo, este genocidio sigue siendo ignorado por los medios de comunicación occidentales. ¿Por qué? Porque contar la verdad implicaría señalar a los verdaderos responsables: las potencias imperialistas que se benefician de esta masacre.