¿Golpe en las urnas en Ecuador?

“Me niego a creer que exista un pueblo que prefiera la mentira antes que la verdad.”
— Luisa González, candidata de Revolución Ciudadana
Lo que debía ser una segunda vuelta ajustada y reñida en Ecuador ha acabado convertido en un escándalo que huele, y mucho, a fraude electoral. Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), Daniel Noboa —el candidato de las élites, de los monopolios y de Washington— habría arrasado con un 55,68% de los votos, sacando 11 puntos de ventaja sobre Luisa González, la candidata de la izquierda unificada.
Sí, has leído bien. Once puntos. En una elección donde todas las encuestas apuntaban a un resultado codo a codo, o incluso daban por ganadora a González por un margen moderado. Una candidata respaldada por la Revolución Ciudadana, el movimiento indígena Pachakutik y prácticamente toda la izquierda organizada del país. ¿Y aún así pierde votos respecto a la primera vuelta? ¿Cómo se explica eso? Las cifras no cuadran. La lógica tampoco.
En la primera vuelta, Noboa rozó el 44% y González apenas quedó a 17 mil votos de distancia. Todo indicaba una segunda vuelta extremadamente reñida. Pero no fue eso lo que el CNE “contó”. No solo Noboa habría conseguido más de un millón de votos extra, sino que González, sumando los apoyos nuevos, ¡habría perdido 200 mil votos! Una matemática que ni en la lógica del absurdo neoliberal se sostiene.
Pero eso no es todo. Las elecciones se celebraron bajo <strong>Estado de Sitio</strong> en 8 de las 24 provincias del país, incluida Quito. Una elección con militares en las calles, sin libertad plena para movilizarse ni hacer campaña, es cualquier cosa menos democrática. Se impuso el miedo, se sembró el silencio, y ahora se intenta imponer un resultado que no representa al pueblo. <h3>“El fraude más grotesco de la historia de Ecuador”</h3>
Así lo ha dicho sin rodeos Luisa González. No reconoce el resultado y exige la apertura de las urnas. Denuncia irregularidades graves: actas sin firmas válidas, indicios de falsificación, y la implicación directa de sectores de las fuerzas de seguridad en el “sembrado” de votos. El dirigente Andrés Arauz ya ha mostrado varias de esas actas, inválidas según el Código de la Democracia, pero todas curiosamente favoreciendo a Noboa.
Todo esto mientras el presidente electo se afana en reforzar su alineación con Estados Unidos, promueve una nueva base militar en Manta y continúa con su agenda de privatización, extractivismo y represión.
La pregunta es: ¿quién eligió realmente a Noboa? ¿El pueblo, o un puñado de poderosos dispuestos a todo para frenar cualquier posibilidad de cambio? Esto no se termina aquí
La izquierda ecuatoriana está movilizada. La calle se está calentando. Desde Quito hasta Guayaquil, las bases sociales están saliendo a defender su voto, su voz y su dignidad. Si hay fraude, que se demuestre. Que se abran las urnas. Que se enseñen las actas. Porque si dejamos pasar esto, mañana podrá ocurrir en cualquier rincón del continente.
La democracia no se defiende con palabras bonitas desde el poder, sino con lucha y organización desde abajo. Y eso, la juventud latinoamericana lo sabe muy bien.