Francisco, el Papa Rojo que incomodó al poder

Hoy no sólo ha muerto un pontífice. Hoy se ha ido una de las voces más incómodas para los poderosos y más valientes para los pueblos. Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el papa Francisco, ha fallecido a los 88 años dejando un legado imposible de ignorar. Su última aparición pública fue pocas horas antes de su muerte, desde el balcón del Vaticano, saludando con una sonrisa visible aunque ya sin fuerzas. Una despedida que nadie esperaba que fuera definitiva.
Francisco no fue un papa cualquiera. Fue el primer pontífice latinoamericano, el primero salido del llamado Tercer Mundo. Y con él llegó al Vaticano una corriente de aire que molestó profundamente a los sectores más conservadores dentro y fuera de la Iglesia.
El papa que abrazó al mundo desde abajo
Desde el inicio de su papado en 2013, Francisco dejó claro de qué lado estaba. Del lado de los pobres, de los migrantes, de la Tierra, de los oprimidos. Frente a una Iglesia tradicionalmente aliada de los poderosos, él apostó por una Iglesia de puertas abiertas y pies embarrados.
Se enfrentó a la hipocresía con hechos y no con sermones. Defendió al colectivo LGTBI de las políticas de odio, lanzó una encíclica ecológica y anticapitalista como Laudato Si’ que descolocó a más de un banquero, y denunció sin rodeos el sistema que “convierte a las personas y al planeta en mercancía de usar y tirar”.
Contra los imperios, con los pueblos
Francisco habló claro sobre Gaza, sobre Ucrania, sobre la explotación del Sur Global. Se negó a caer en el relato maniqueo de las superpotencias. Llamó al cese de las guerras, denunció el genocidio y la ocupación, y apoyó un mundo más justo, más libre, más multipolar. Lo que dijo, y sobre todo lo que no dijo, lo convirtió en un actor incómodo para Washington, Tel Aviv y Bruselas.
Más allá de la fe: un referente moral para una generación crítica
No hace falta ser católico para admirar lo que Francisco representó. Millones de jóvenes, activistas, sindicalistas, feministas, ecologistas y luchadores de todo el mundo —creyentes o no— vieron en él una figura cercana, sincera, progresista. Un líder espiritual que hablaba de justicia social y no de castigos eternos, que se sentaba con los de abajo, no con los de siempre.
Francisco, el “papa rojo” como lo llamaron algunos medios conservadores con desprecio, nos deja en un momento donde el mundo necesita más que nunca referentes valientes que digan la verdad sin miedo. Que denuncien el imperialismo, el neoliberalismo salvaje, el patriarcado institucionalizado y la devastación ecológica.
Gracias, Francisco
Desde aquí, desde el rincón de quienes luchamos por otro mundo posible, agradecemos tu ejemplo, tu coraje, tu ternura combativa. No compartíamos dogmas, pero sí trincheras. Y eso, en estos tiempos, vale más que mil doctrinas.
Que tu legado sea semilla. Que tu memoria inspire.
Hasta siempre, Francisco. Nuestro papa de los pueblos.