España lidera por tercera vez el índice de miseria de la eurozona
Mientras los peces gordos del gobierno nos venden la moto de que España va como un cohete, la realidad es que estamos liderando la liga de la miseria en la eurozona. Y no, no es una competición en la que queramos ganar.
La cruda realidad: España, campeona del Índice de Miseria
La OCDE acaba de soltar una bomba: España encabeza el ranking del Índice de Miseria en la eurozona con un 15,1%. ¿Qué significa esto? Pues una mezcla explosiva entre el paro y la inflación que nos está dejando el bolsillo más seco que el desierto de Tabernas.
Estamos casi doblando la media de la UE (8,7%). Vamos, que mientras nuestros vecinos europeos van en patinete eléctrico, nosotros vamos en un triciclo oxidado y cuesta arriba.
Los números no mienten (aunque el gobierno lo intente)
- Casi la mitad de los españoles (48,5%) hacen malabares para llegar a fin de mes.
- 1 de cada 2 personas que piden ayuda a Cáritas para comer… ¡tener curro de no te salva de la exclusión social!
- El paro sigue por las nubes (11,7%), duplicando la media europea.
- La inflación nos ha dejado el bolsillo con más agujeros que un colador (20,5% acumulado desde 2019).
Curro precario is the new black
El empleo crece, sí, pero ¿a qué precio? La mayoría del nuevo curro viene del turismo y la hostelería: contratos basura, sueldos de miseria y horarios de locura. De hecho, solo el 39,5% de los contratos indefinidos son a tiempo completo. El resto? Fijos discontinuos o a tiempo parcial. Vamos, que te contratan para toda la vida… pero solo te pagan media jornada.
¿Y qué dice el gobierno? Pues eso, que todo va de lujo
Mientras tanto, Sánchez y compañía siguen en su nube, alabando el crecimiento económico como si fuera la segunda venida. Pero ojo, que ese crecimiento solo engorda las cuentas del IBEX-35 y de cuatro monopolios, mientras el resto nos apretamos el cinturón hasta el último agujero.
¿Qué hacemos? ¡Redistribuir la riqueza!
Está claro que las ayuditas sociales son un parche que no tapa el agujero. Hay que redistribuir la riqueza de verdad, no solo tirar migas a los pobres mientras los ricos se zampan el pastel entero.
Es hora de que la juventud tome las riendas y mande a paseo este sistema que nos condena a la precariedad.