El derrumbe del ‘Omnibus’. El 22 de enero no fue un día cualquiera. Fue el día en que la derecha española, en un acto de cinismo.

El 22 de enero no fue un día cualquiera. Fue el día en que la derecha española, en un acto de cinismo sin precedentes, decidió sacrificar los intereses de millones de personas con tal de asestar un golpe al gobierno de coalición. El decreto Omnibus, una propuesta cargada de medidas sociales urgentes, fue tumbado en el Congreso por la alianza tóxica de PP, Vox y Junts. Mientras tanto, las réplicas de la era Trump ya resuenan en nuestro país, agitando un panorama político que parece diseñado para beneficiar a los de siempre: los poderosos.

Davos, Trump y la oligarquía: El telón de fondo

En la cumbre del Foro Económico Mundial de Davos, Donald Trump felicitaba por videoconferencia a Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander y símbolo de una oligarquía financiera que vive su época dorada. Ambos celebraban la desregulación económica que Trump promete impulsar desde su nueva administración. Mientras, en la Moncloa, Pedro Sánchez recibía al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, quien no venía a hablar de paz, sino de guerra. O, más concretamente, de aumentar el gasto militar al 5% del PIB, una exigencia que Trump ha convertido en prioridad global.

España, que actualmente destina el 1,8% de su PIB a defensa, se ve ahora presionada para alcanzar el 2% en dos meses, rompiendo cualquier planificación presupuestaria. Pero no es solo una cuestión de números. Es una cuestión de prioridades. Mientras Trump y la OTAN exigen más armas, la derecha española se encarga de tumbar medidas que garantizan pensiones dignas, transporte público asequible y protección para los más vulnerables.

El ‘Omnibus’ caído: Un ataque directo a la mayoría social

El decreto Omnibus no era perfecto, pero contenía medidas urgentes para millones de personas. Entre ellas:

  • Revalorización de las pensiones: 12 millones de pensionistas verán cómo sus ingresos pierden poder adquisitivo ante la inflación.
  • Bonificaciones en el transporte público: 20 millones de usuarios, muchos de ellos jóvenes, tendrán que pagar tarifas completas.
  • Protección contra desahucios y cortes de suministros: Familias vulnerables volverán a estar expuestas a la pobreza energética y al desamparo habitacional.
  • Ayudas a afectados por la Dana y el volcán de La Palma: Comunidades devastadas por catástrofes naturales quedarán en el olvido.

El PP, Vox y Junts sabían lo que hacían. Sabían que su voto en contra golpearía directamente a quienes menos tienen. Pero les importó más infligir una derrota al gobierno que proteger a la ciudadanía. Y mientras, el gobierno también tiene su parte de responsabilidad. ¿Por qué empaquetar 80 medidas en un solo decreto, exponiéndolas a un “todo o nada” en un Parlamento fracturado? ¿Por qué no priorizar las medidas más urgentes y presentarlas por separado?

La doble responsabilidad: La derecha y el gobierno

La derecha ha demostrado, una vez más, que su único objetivo es el poder. PP, Vox y Junts han antepuesto sus intereses partidistas a los de millones de personas. Pero el gobierno también ha fallado. Sabiendo el carácter hostil de la oposición, ¿por qué arriesgarse a un “todo o nada” con medidas tan sensibles? ¿Fue irresponsabilidad o una estrategia calculada para culpar a la derecha mientras se recortan derechos?

Lo cierto es que, en este juego político, quienes pierden siempre son los mismos: los pensionistas, los jóvenes, las familias vulnerables. Ya está bien de que las necesidades sociales sean moneda de cambio en una partida de ajedrez político. Ya está bien de que la derecha utilice el sufrimiento de millones como arma arrojadiza. Y ya está bien de que el gobierno no haga lo suficiente para proteger a quienes más lo necesitan.

El camino a seguir: Priorizar a la gente

Ante este desastre, hay una salida clara: el gobierno debe presentar un nuevo decreto con las medidas más urgentes y consensuadas. Pensiones, transporte, protección social. Lo básico. Lo esencial. Y dejar para después las batallas políticas que no pueden costarle el bienestar a millones de personas.

La derecha ha mostrado su verdadero rostro: el de un bloque reaccionario dispuesto a sacrificar a la mayoría con tal de alcanzar el poder. Pero el gobierno no puede seguir jugando con fuego. La ciudadanía lo está pagando caro. Y ya está bien.

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