¿Doble rasero o proyecto?
Los jóvenes somos unos salvajes que rompemos las leyes saltándonos el confinamiento. Sin mascarilla ahí, a lo loco… Solo falta decir que damos navajazos por la calle. Una especie de —permitidme que resucite un meme viejo— Brayan.
En las noticias y redes sociales hacen hincapié en que la juventud es irresponsable. Distintas administraciones públicas han señalado a la gente, principalmente a los jóvenes. Como si el hecho de que la sanidad pública haya sufrido recortes los años anteriores o la falta de medidas no tuviesen nada que ver.
Buscan transformar a la juventud en el nuevo 8M. Esta campaña lleva existiendo desde el verano con esa intención. El resultado es que en el CIS refleja que el 62% de los encuestados considera a los jóvenes como el sector más indisciplinado con las normas del COVID. De aquellos charcos, estos lodos.
La realidad es muy bien distinta. Lo primero, siguiendo la campaña #CambiaElTitular, vemos que mayoritariamente los contagios no vienen por los jóvenes como mencioné en este artículo.
En una entrevista en el independiente, distintos jóvenes realizaron confinamientos voluntarios antes de trasladarse por Navidad. No solo eso, sino también realizar pruebas PCR y/o de antígenos antes de viajar.
Esa idea de que los jóvenes somos unos viciosos que no paramos de darle al botellón como que no parece cuajar. No se lo digáis a los que idearon toda esa campaña de «El botellón de esta noche lo paga tu crush» y demás, vaya a ser que no puedan infundir mucho miedo. Si se enteran son capaces de decir que el 8M ha tenido un efecto retardado.
En distintas universidades se plantea exámenes presenciales. Ante eso las organizaciones estudiantiles piden que se hagan presenciales siempre que el riesgo de contagio del covid pueda ser asumible. En otras palabras, si hay un descontrol o un aumento de casos preocupante, no puede ser presencial.
Esto también es una muestra de que los jóvenes están preocupados por la salud. Pidiendo a las instituciones universitarias que garanticen la vida por encima de todo. Incluso de la presencialidad, cosa deseada por la gran mayoría de los estudiantes.
Ese egoísmo de que nos preocupamos tanto por nosotros mismos de que preferimos el ajo y agua antes que arriesgar la vida de los demás.
Toda esta campaña de desprestigio cumple un propósito: dividir a la sociedad y poner en el punto de mira a un sector de la población que sufrirá la crisis con mayor profundidad. El sector que más sufre la precariedad y la pobreza.
Ahora que estamos en niveles altamente peligrosos en el que ya se habla de una tercera oleada recordemos esto: unidad y solidaridad. Ahora más que nunca para hacer frente a la pandemia y a la crisis económica.