Trump humilla a Zelenski: la vergonzosa encerrona en la Casa Blanca

La Casa Blanca convirtió la visita de Volodímir Zelenski en un espectáculo de humillación pública. Con cámaras retransmitiendo en vivo para todo el planeta, Washington dejó claro su desprecio por Ucrania y su absoluta falta de escrúpulos a la hora de imponer su dominio.
El precio de la «paz imperialista»
Después de semanas de presiones y negociaciones opacas entre Kiev y Washington, Zelenski aterrizó en la Casa Blanca con una agenda clara: discutir las garantías de seguridad de su país ante la invasión rusa. Pero EE.UU. tenía otras prioridades.
La oferta de Trump no era ayuda, sino saqueo. A cambio de seguir apoyando a Ucrania, la administración estadounidense exigía un «acuerdo de cooperación sobre recursos minerales» que entregaría a las corporaciones norteamericanas el derecho de explotar las tierras raras del país. Un negocio de medio billón de dólares, cuatro veces más que toda la ayuda militar que el Pentágono ha enviado a Kiev hasta ahora.
Una emboscada política
Desde el momento en que Zelenski bajó del coche oficial, quedó claro que todo estaba diseñado para ridiculizarlo. Trump, con su cinismo característico, no tardó en burlarse de su atuendo militar: «Vaya, mira, hoy estás muy elegante». Pero la trampa real esperaba en el Despacho Oval.
Allí, rodeado de cámaras y enemigos, el líder ucraniano soportó una bronca pública en la que Trump y el senador JD Vance le recriminaron entre gritos e insinuaciones que era su culpa que la guerra continuara. «Estás jugando con la tercera guerra mundial», le espetó Trump, omitiendo convenientemente que el agresor es Rusia. La amenaza no podía ser más clara: «O llegas a un acuerdo, o nosotros nos vamos. Y si nos vamos, se van a quedar solos luchando, y no va a ser nada bonito».
El lenguaje corporal lo decía todo: Trump, con el dedo levantado, marcaba territorio como quien dicta órdenes. Mientras tanto, la delegación ucraniana se mantenía tensa, con una embajadora que se llevaba las manos a la cabeza ante la violencia verbal del encuentro.
La expulsión de la delegación ucraniana
Cuando la reunión terminó, el golpe final llegó con el secretario de Estado, Marco Rubio, ordenando a Zelenski y su equipo que abandonaran la Casa Blanca. Un acto de desprecio absoluto, un mensaje para Ucrania y para el mundo: Washington no tiene aliados, solo vasallos.
Pero Zelenski no cedió. Delante de todo el planeta, rechazó el chantaje de Trump. Su «no» resuena como un desafío a la lógica imperialista que pretende someter a Ucrania al juego geopolítico de las potencias.
La escena de esta humillación pública deja una lección clara: el hegemonismo estadounidense no se molesta ni en disimular su desdén por aquellos que dice apoyar. Y mientras tanto, Ucrania sigue resistiendo, sola, en una guerra que no eligió.