¡Francia está en llamas y Europa tiembla!
La extrema derecha de Marine Le Pen ha ganado la primera vuelta de las elecciones legislativas con un 33% de los votos, marcando un hito desde la II Guerra Mundial. Este avance de Reagrupamiento Nacional (RN) no solo desafía a Francia, sino que sacude los cimientos de la Unión Europea. La participación fue masiva, casi 67%, veinte puntos más que en 2022. Pero, ¿realmente Francia se ha vuelto ultraderechista? La respuesta es no. Solo una cuarta parte del electorado respaldó a RN.
Más allá de la victoria de Le Pen
El Nuevo Frente Popular, una alianza de izquierda, obtuvo un 28% y competirá con RN en la segunda vuelta. Mientras tanto, el partido de Macron sufrió una derrota aplastante, logrando apenas un 21% y 2 diputados.
Las raíces del polvorín
La situación actual es el resultado de años de antagonismos sociales y luchas de clases. Huelgas, protestas de los chalecos amarillos y otras movilizaciones han debilitado al sistema político francés, permitiendo que la ultraderecha capitalice el descontento social.
Un contexto internacional turbulento
El auge de la ultraderecha en Europa, impulsado por crisis económicas y sociales, se ve amplificado por las guerras en Ucrania y Gaza, y la incertidumbre política en EE. UU. Francia se enfrenta a un dilema: cohabitar con la ultraderecha pro-Trump y pro-Putin o con una izquierda decidida a desmantelar las políticas de Macron.
Un terremoto político
Independientemente del resultado de la segunda vuelta, Francia y Europa se enfrentan a una crisis política de proporciones sísmicas. La victoria de Le Pen podría desatar conflictos sociales internos y fracturas en la Unión Europea. La clase dominante francesa tiene un reto enorme por delante.