Fotografías sin conciencia
Fotografías de la agonía
La muerte mediatizada. El uso del sufrimiento humano como herramienta propagandística afín a unos intereses bien claros. Una gran enseñanza del escritor John Berger.
John Peter Berger (Londres, 5 de noviembre de 1926 – París 2 de enero de 2017) fue uno de los escritores más influyentes del siglo XX, cuya obra estuvo muy marcada por la crítica social. Y es que su vida artística ha estado gratamente influenciada por sus maestros como el escultor Henry Moore y George Orwell. Así, tras una vida muy cercana a la política y al Partido Comunista Británico, Berger utilizó sus conocimientos en arte para analizar y criticar la sociedad en la que vivía. En este contexto, nació una de sus obras literarias más importantes, el libro titulado Mirar.
A inicios del libro, el autor plantea un capítulo con un título bastante llamativo: Fotografía de la agonía. En dicho capítulo, Berger analiza la obra fotográfica bélica de Donald McCullin con el fin de hacer una férrea crítica a la situación política asociada a la Guerra de Vietnam.
Berger plantea la contradicción que existe entre el mensaje de estas fotografías de muerte y destrucción con la propia vida personal del observador, causando en éste una lucha interna. Además, el autor sostiene el concepto de doble violencia en la que se compara el disparador de la cámara con el gatillo de un fusil. De este modo, este doble sentido crea una discontinuidad en el pensar del observador, haciendo que se acentúe la contradicción interna.
Fotografías con ideas
Berger concluye, a partir de estos dos puntos, que este tipo de fotografías despolitizan completamente la guerra y hacen culpables a cada uno de los observadores. Así, el autor critica este sentimiento humanista, cuyo cometido es arrebatar al observador toda conciencia de quién es el responsable de la guerra y así evitar una movilización popular.
Partiendo de la tesis de Berger, podemos adentrarnos en el terreno de las ideas. Estas ideas tienen una finalidad y unos intereses detrás. Todo depende de quién lo dice, cuándo lo dice y para qué lo dice. Así, la dicotomía presentada por Berger plantea un terreno en el que una fotografía creada con la intención de humanizar el terror de la guerra, se convierte en un arma ideológica. Su finalidad es clara: desmovilizar a la población y borrar a los verdaderos culpables de semejante catástrofe. En otras palabras, justificar el capitalismo y, en concreto, la intervención militar estadounidense para mantener sus intereses hegemonistas.
¿Cómo es posible que el culpable de la guerra de Vietnam sea un simple ciudadano y no los que controlan el Estado?
De esta manera, el problema no radica en el acto de tomar una foto de campesinos vietnamitas abrasados por el napalm, sino en los intereses de clase que subyace a este acto. ¿Cómo es posible que sea culpa del observador? ¿No sería del sistema político que ha permitido dicha matanza? Estas cuestiones acabaron por inundar la opinión pública estadounidense, atacando duramente a la intervención militar.
El hegemonismo llega a todas partes. Nada se escapa de él. Ni siquiera el acto más sencillo de tomar una fotografía está libre. Todo tiene un interés; un carácter de clase. En este caso, un carácter afín al imperialismo norteamericano y a la explotación.